“Una
pequeña pelea diaria usando la mente
como campo de batalla, una negación recurrente y lo esquivo como oportunidad de
temporal calma.
Alguna
vez el miedo se instaló como una ligera molestia y fue esparciéndose hasta cubrir
la voluntad, las cortinas permanecían cerradas y las puertas exhibían una oda a
los artefactos de seguridad que ya no eran suficientes, la ansiedad persistía.
Armado
hasta los dientes no se puede hablar, la escapatoria se vislumbra mientras se encorva un escudo, las
rodillas negocian con los tobillos prometiendo un buen destino, la duda amenaza
con incesantes desequilibrios.
Un
mar de esferas blancas creciendo en pares golpea a contracorriente una
decreciente existencia, miradas.
Los fluidos se desbordan y pretender ser de piedra es fútil cuando la presa a base de orgullos se desmorona, la sal de la primera gota apenas consigue resbalarse hasta la boca en un acto aventurado de quiebre, despertando del hiriente trance.
Los
ruidos y los temblores se apaciguan al contacto con el sabor dulce de un latido
y una idea.
La fobia trasciende…”